Veo en las noticias que dos periodistas de buen ver se han sometido al siguiente experimento: soportar en sus carnecitas de cachas guaperas los dolores del parto. Y me digo: o son muy valientes, o están muy desesperados o están muy locos. No sé con qué opción quedarme.
Por las risitas nerviosas con las que empiezan la prueba podría decirse que se creían que todo iba a ser un experimento tipo Jackass con descargas y ya está. Pero a medida que aumentan las sacudidas los pobres ya no saben ni cómo ponerse en la cama. Que los veo a cuatro patas agarrándose a las almohadas y me dan hasta penica... Resoplan, jadean, sudan, se retuercen...vamos, como cualquier parturienta.
¡Pobretes!. Después de dos horas terminan el experimento malévolo, exhaustos, doloridos y sudorosos. Les dan un muñequito de látex como si fuera un bebé.
Pero eso es lo peor de todo, que la recompensa es de látex, sin corazoncito.
Tanto sufrimiento para nada.